Tal día como hoy hace 24 años, el fotógrafo de guerra Kevin Carter acabó con su vida. Meses antes había ganado el Pulitzer.

En un vuelo Gran Canaria – Gambia un asistente a uno de mis cursos de fotografía se me acercó a saludar y estuvimos charlando un rato. La verdad es que, sobre todo cuando viajas solo, se agradece el encontrarte con gente que comparte tu pasión por África y la fotografía. Entre charla y charla, no sé a cuento de qué, salió la historia de Kevin Cárter, el célebre y malogrado fotógrafo que alcanzó fama mundial, tras fotografiar a un niño sudanés famélico ante los ojos de un buitre posado tras de sí, lo que me animó a escribir este articulo.

 

 

LA HISTORIA Y LO QUE TODOS QUISIERON ENTENDER

La historia más justiciera y recurrente vista desde la comodidad de un buen sofá en una casa del primer mundo, habla de que Carter se suicidó empujado por su mala conciencia tras haber fotografiado a un niño famélico y moribundo, y ganar un prestigioso premio con la foto obtenida, al mismo tiempo que no hacía nada por salvarle la vida.
Aliarse de primeras con el débil sin hacerse más preguntas, es un clásico en la condición humana, pero bastaba con pararse a pensar un momento para darse cuenta que el linchamiento al que se sometió al fotógrafo era absurdo.

 

VAYAMOS POR PARTES

Kevin Carter nació en Sudáfrica en 1960 y formó parte del Bang-Bang Club junto a João Silva, Greg Marinovich y Ken Oosterbroek, un cuarteto de fotoreporteros de conflictos que se jugaban la vida cada día tras una cámara, mientras mostraban al mundo las salvajadas acontecidas en el camino entre el Apartheid y la democracia sudafricana.

Como todo el mundo imaginará, el trabajo de Carter era lo más parecido a salir de paseo cada día por los senderos del infierno, fotografiando continuamente ejecuciones, matanzas y enfrentamientos en la calle, en una batalla donde se luchaba por acabar de una vez por todas con la segregación racial en el país.

Todo ello le dejó unas secuelas importantes, lo que unido a una personalidad depresiva, una vida desordenada y la presión sobre él a raíz de la famosa foto, le hicieron abandonar la fotografía de conflicto al poco tiempo de recibir el Pulitzer.

 

EL BUITRE Y LOS DATOS DE LA IMAGEN

El buitre, un alimoche sombrío (Necrosyrtes monachus) es conocido como el del último turno, ya que su fino pico no le permite rasgar la piel de la carroña y entra en acción a modo de cirujano alimentándose donde los buitres más grandes no llegan. Esto ya era una pista de que posiblemente ese animal simplemente estaba por allí, y solo sirvió como potente refuerzo en el mensaje que el fotógrafo quizo mostrar.
Al revisar la imagen, se aprecia que el niño lleva una pulsera de la ONU que lo identificaba como enfermo por malnutrición y receptor de ayuda humanitaria. Posteriormente se supo que el niño en el momento de la fotografía se encontraba en esa posición porque estaba defecando.

 

UN NUEVO COMIENZO, Y SIN EMBARGO, EL FINAL

Carter retomó su vida dedicándose a la fotografía de naturaleza, aunque por poco tiempo. Los problemas familiares y económicos le acuciaban y un duro golpe estaba por llegar. Ken Oosterbroek, compañero del Bang Bang Club y su mejor amigo, perdía la vida mientras cubría un tiroteo en Johannesburgo.

Una nota de suicidio encontrada junto a él, da algunas pistas de las razonas que le llevaron tomar esa decisión, aunque leyendo lo escrito anteriormente es fácil imaginar que todo formó un cóctel explosivo y la muerte de su amigo Oosterbroek fue solo el detonante.

 

«Estoy deprimido […] sin teléfono […] dinero para el alquiler […] dinero para la manutención de los hijos […] dinero para las deudas […] ¡¡¡dinero!!! […] Estoy atormentado por los recuerdos vividos de los asesinatos y los cadáveres y la ira y el dolor […] del morir del hambre o los niños heridos, de los locos del gatillo fácil, a menudo de la policía, de los asesinos verdugos […] Me he ido a unirme con Ken, si soy yo el afortunado.»

Fragmento de la nota de suicidio de Kevin Carter

 

La reflexión parece clara y más teniendo en cuenta la velocidad a la que se mueven las imágenes actualmente. No está de más pararse a pensar y hacerse algunas preguntas cuando una fotografía capta nuestra atención. La imagen de Kevin Carter en The New York Times hizo más por remover la conciencia del mundo y cambiar la situación del hambre en África, que cualquier otra campaña jamás creada.
Los juicios inmediatos suelen ofrecer sentencias injustas.

 

 

 

 

Kevin Carter

Kevin Carter

Fotógrafo de guerra

Reportero gráfico sudafricano, miembro del Bang-Bang Club, que ganó un Pulitzer en 1994 por fotografiar a un niño sudanés famélico con un buitre detrás.
Comenzó su carrera a los 23 años (1983), cuando poblaciones periféricas como Soweto —cerca de Johannesburgo— estaban en guerra. Allí, siendo miembro de The Johannesburg Star, fotografió a los civiles expectantes a la situación que estaban viviendo.
Fuente: Wikipedia

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